Aunque lleva en los teclados desde las primeras máquinas de escribir, la arroba no fue utilizada como símbolo con significado propio hasta 1971 cuando Ray Tomlinson inventó el correo electrónico.
Las primeras apariciones de la arroba se remontan a la Época Medieval. En una época en la que los copistas debían realizar a mano las copias de los manuscritos simplificar la tarea les permitía ahorrar tiempo. Así, en lugar de tener que escribir la palabra ‘ad’ comenzaron a recurrir al uso de la arroba. Este carácter fruto de la deformación gráfica de la palabra original significaba igualmente ‘hasta o hacia’.
Poco a poco el símbolo comenzó a ganar en popularidad y empezó a utilizarse en los documentos oficiales. De esta forma, en 1448 aparece el primer uso de la arroba como unidad de medida. La arroba como forma de medir cantidades fue ampliamente utilizada hasta 1849 cuando se sustituyó por el sistema métrico decimal al que recurríamos hasta hace muy poco.
Aunque la arroba perdió su valor como unidad de medida, siguió utilizándose con valor contable en los registros aduaneros. De esta forma, el símbolo continuo en uso para indicar el valor de las mercancías que se intercambiaban entre el Reino de Aragón y el Reino de Castilla; tal y como se encontró en la Taula de Ariza que data de 1448.
Su llegada a los teclados
Gracias a este último uso comercial, la arroba acabó llegando a los teclados de las primeras máquinas de escribir y teletipos. Así, la arroba se incluyó entre las teclas de estas herramientas de trabajo de uso comercial para registrar de una forma más sencilla las mercancías y el coste por unidad. Por ejemplo, si quisiéramos recurrir a este sistema para indicar el precio de uno de nuestros servidores cloud sería algo así: 1 Cloud S @ 29€.
Con el desarrollo de sistemas específicos de contabilidad, el uso de la arroba con fines comerciales fue perdiéndose. Su popularidad en todos los teclados hizo que en 1971 Ray Tomlinson le diera al símbolo una nueva vida y un nuevo significado.
El programador estadounidense, padre del correo electrónico, estaba buscando un símbolo que le permitiera diferenciar los mensajes locales de los que provenían de un servidor externo. Además, el símbolo tampoco debía de aparecer en los nombres de personas, de empresas o de servidores. Entonces se encontró con que la arroba aparecía en todos los teclados y que en ese momento no tenía ningún uso.
Pero el hecho de que recurrir a la arroba para las direcciones de correo electrónico no entrara en conflicto con ningún otro sistema estipulado en ese momento, no fue el único motivo para la elección. Tomlinson se dio cuenta de que no podía haber encontrado un símbolo con un significado más acertado para el invento que tenía entre manos. Y es que en inglés la arroba significa ‘junto a’ o ‘en’, precisamente lo que él buscaba indicar con la inclusión de un símbolo: separar el nombre de usuario del servidor desde el que se enviaba el mensaje. Algo fundamental en las direcciones de correo electrónico: indicar el servidor en el que se está alojado el usuario que envía el email.
Con todos los elementos preparados, Tomlinson creó la primera dirección de correo de la historia: tomlinson@bbn-tenexa.
De las direcciones de correo, uno de los servicios más utilizados en internet, la arroba pasó a simbolizar la propia red de redes. Y de ahí a ser un elemento habitual en las redes sociales, empezando por Twitter y extendiéndose su uso a los nombres de usuario de casi todas ellas. Además, también suele utilizarse la arroba en algunos lenguajes de programación, pero con funciones totalmente diferentes.
Más allá de su uso en el email o en cualquier otro aspecto de la informática, la arroba se ha convertido en uno de los símbolos utilizados en el lenguaje inclusivo. A pesar de ser un signo no lingüístico, es ampliamente utilizado para evitar el masculino genérico y permitir el desdoblamiento de género.
Al igual que pasó con los términos cifrar y encriptar, los cambios en el lenguaje y la evolución de la tecnología y su influencia en la vida diaria pueden dar nuevo sentido a las cosas. La arroba nació para un fin y ha acabado siendo popular para otro totalmente diferente, nunca nada es definitivo.
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