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¿Qué ocurre con las webs abandonadas?

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Con el final del año siempre llega el momento de recordar todo lo ocurrido en los meses anteriores. Que si viajes, que si recuerdos, que si la canción del verano… pero, ¿alguien se acuerda de las webs abandonadas?

Una red muerta

En internet se generan miles de millones de datos por segundo: ese email que acabas de enviar, cada una de las búsquedas que realizas en Google, la foto del atardecer que subiste a Instagram… Según Internet Live Stats, de los casi dos mil millones de páginas web que se encuentran en internet, apenas unos 200 millones están activas; es decir, en todo internet hay más de mil millones de webs abandonadas. Una cifra que da qué pensar si tenemos en cuenta que en 1991 la cifra de sitios web inactivos se reducía a 1.

‘Si no estás en internet no existes’ es el mantra de cualquier empresa en estos días que corren. Una frase que, por otra parte, no deja de ser una realidad, ya que tener presencia online es fundamental para llegar a cualquier parte del mundo, pero también puede ser contraproducente en el caso de las webs abandonadas. ¿De qué sirve contar con un sitio web si la información no se actualiza? ¿Para qué quieres seguir manteniendo tu web si el negocio no existe?

¿Mantener las webs abandonadas?

Aunque abandonar una web pueda parecer algo inocente producto de una mala situación corporativa, lo cierto es que puede ocasionar problemas de seguridad. Hay quienes buscar dominios caducados para registrarlos con fines maliciosos, los conocidos como cybersquatters, y también hay quien tratará de buscar agujeros de seguridad que explotar. Las webs abandonadas tienen todos sus componentes desfasados, desde el diseño hasta el código de la aplicación; además de que, en función del tiempo que lleve sin actualizarse es posible que no cumpla con las normativas vigentes como el GDPR o la PSD2. Lo que además de cuestiones de seguridad, ocasionaría problemas legales.

La falta de actualización y la caducidad de algunos servicios, como el certificado de seguridad SSL, pueden aumentar la vulnerabilidad de un sitio web. De esta forma, las webs abandonadas acabarán por exponer la información de los usuarios como consecuencia de la desactualización.

Más allá de las cuestiones de seguridad, es especialmente preocupante el abandono de las webs corporativas. Un sitio web corporativo es el mejor escaparate de una empresa, uno que tiene un alcance mundial y que, de descuidarlo, puede arruinar la imagen de la compañía. Así, algunas veces es mejor no estar en internet que estar en condiciones inadecuadas. Tanto si acaba sufriendo una brecha de seguridad, como si luce un diseño muy desfasado que ya no se corresponde con la imagen o los valores de la empresa, las webs abandonadas acaban siendo el peor enemigo de una compañía.

La huella del abandono

Además de los asuntos legales y todo lo relativo a la seguridad, las webs abandonadas siguen consumiendo energía. Bueno, las páginas web y todos los servicios que aún siguen activos pese a que tú ya no los uses. Por ejemplo, aquella cuenta de correo que creaste en tu adolescencia y que nunca te has molestado en eliminar. Tu perfil en una determinada red social que, a pesar de que hace años que no inicias sesión, sigue estando accesible a quien quiera visitarlo.

Un informe de Greenpeace estima que el tráfico de datos en internet consume un 7% de la electricidad mundial; lo que supondría un 2% de las emisiones globales de CO2. Teniendo en cuenta que más de la mitad de los sitios web que están en internet son webs abandonadas, no sería tan difícil reducir ese consumo. Si bien no pueden compararse las emisiones causadas por el tráfico de coches con las del tráfico digital, todo suma.

A las webs abandonadas tenemos que sumar la huella de carbono de otras transacciones cada vez más habituales. La tecnología blockchain tiene múltiples ventajas, pero también algún aspecto menos positivo. Este es el caso del impacto medioambiental derivado de la compraventa de criptomonedas, las transacciones de NFT o el minado de estos datos. Acciones aparentemente inocuas, pero que dejan huella en el medio ambiente.

Una ayuda para la COP25

Coincidiendo con la celebración de la Cumbre Mundial del Clima COP25, cerrar todos los servicios que no utilizamos o las webs abandonadas puede ser un buen movimiento para ayudar al planeta. Pese a abogar por el Green computing, no es tan fácil prescindir de algo fundamental para garantizar el correcto funcionamiento de todo tipo de sistemas.

Los miles de millones de datos generados al día deben almacenarse en potentes infraestructuras. Pese a que los Centros de Datos cada vez sean más eficientes en términos ecológicos, no es fácil cambiar el funcionamiento de toda la infraestructura, si bien en este sentido ha sido esencial la evolución del hosting al permitir almacenar más información en un menor espacio; y, por lo tanto, reducir de forma significativa el consumo eléctrico. Asimismo, tampoco resulta sencillo prescindir de determinados servicios. Y es que internet se ha convertido en el sistema central sobre el que gira nuestra sociedad, desde la economía a las comunicaciones, pasando por las actividades más rutinarias de nuestro día a día.

Si quieres, puedes consultar cuántos kilos de CO2 se están enviando a la atmósfera mientras tú navegas por internet en CO2GLE. Por el momento, las grandes compañías como Google, Facebook y Apple ya han comenzado a construir una red renovable a la que, poco a poco, van sumándose otras empresas.

Éxito tardío de las webs abandonadas

Al igual que sucede con otros fenómenos, algunas webs abandonadas han alcanzado la gloria cuando ya estaban en el olvido de su creador. Sin ninguna actividad desde hace años, pero bien posicionadas en Google, son muchas las páginas inactivas que continúan alimentándose de los comentarios de los usuarios. La magia del algoritmo de Google puede llevarnos a descubrir sitios web inactivos que contienen la respuesta a todas nuestras preguntas.

Si el abandonware supone una segunda oportunidad para el software obsoleto, las webs abandonadas también pueden seguir vivas pese a que quien las creó ya no las considere importantes. Pero, hablando de importancia, la prioridad siempre debe ser cuidar del planeta a lo que puedes contribuir, además de reutilizando y reciclando, precisamente por su estado de inactividad, comenzar por borrar las webs abandonadas puede ser una buena forma de empezar.