Si a finales de los 90 y principios de los 2000s estabas en plena adolescencia puede que sientas una punzadita de nostalgia. Porque hace no tanto la puerta de internet no era Google sino MSN, una serie de servicios creados por Microsoft que nos abrían al mundo y de donde acabaría saliendo su producto estrella: MSN Messenger.
La primera y arcaica versión de MSN Messenger fue lanzada el 22 de julio de 1999. Una agenda de contactos y la posibilidad de enviar de forma instantánea mensajes en texto plano fue el punto de partida de una aplicación que, con el paso del tiempo, acabaría convirtiéndose en la semilla de nuestras redes sociales.
En los 90 los proveedores de servicios de internet recurrían a los servicios de mensajería como anzuelo para captar (y retener) clientes. Un mercado al que Microsoft llegó un poco tarde pero que, gracias al retraso, pudo crear una app de mensajería que superara las limitaciones de sus competidores. Generalmente, este tipo de servicios solo permitían interactuar con otros usuarios del mismo proveedor. Pero Bill Gates, consciente de que la popularización de internet iba a ser clave para el futuro de sus productos, apostó por una nueva fórmula; un servicio que permitiera chatear con otros usuarios independientemente de cuál fuera su proveedor.
Aunque la idea principal fue que MSN Messenger fuera compatible con otros servicios similares, Microsoft se encontró con que sus competidores, como AIM, no iban a ponérselo fácil. Cada vez que el servicio de Microsoft conseguía ser compatible con AIM, estos volvían a cambiar su aplicación para que Microsoft no pudiera conectarse a sus servidores. Y así fue hasta que, finalmente, Microsoft descartó esta opción y pasó al modelo tradicional: solo podrían chatear entre sí los usuarios de MSN Messenger. Una serie de intentos frustrados por crear un servicio más global que dieron como resultado el trasvase de usuarios. Quienes (aún) no eran usuarios de MSN, cambiaron de proveedor al no poder seguir chateando con sus amigos. Un movimiento que a Microsoft le salió más que redondo.
El único requisito para empezar a utilizar MSN Messenger era tener una cuenta de Hotmail. Un proceso que llevaba apenas unos minutos y durante el que los adolescentes de la época tomamos una mala decisión. Sí, reconoce que una cuenta de Hotmail fue tu primera (y vergonzosa) cuenta de correo. Esa misma que desearías no haber creado nunca, o al menos haber sido lo suficientemente sensato como para haber escogido un nombre diferente. Pero eran cosas de la edad.
La primera actualización llegó solo unos meses más tarde de su lanzamiento. Con los cambios que Microsoft había introducido era posible, entre otras cosas, personalizar la apariencia del chat. Unos meses después sería posible enviar archivos entre PCs y se añadieron capacidades de audio entre ordenadores y los dispositivos móviles de la época. Y, con la llegada de Windows XP en 2001, el sistema operativo x86 más utilizado del mundo, llegaron más cambios en la interfaz, los grupos de contactos y la voz en las conversaciones. En las siguientes actualizaciones llegarían los famosos (y añorados) zumbidos, los emoticonos, los guiños, la posibilidad de mostrar la música que se escuchaba, las videollamadas… incluso jugar con tus amigos a través de la aplicación. Aunque para esta última funcionalidad la escasa velocidad de las conexiones jugaba en contra.
Todas estas y otras muchas opciones convirtieron a MSN Messenger en algo fundamental en la vida de cualquier adolescente. Gracias a MSN ya no era necesario llamar a tus amigos, podías chatear con ellos y sin que nadie cotilleara la conversación. Una sensación de privacidad y cierta independencia en plena edad del pavo que contribuyó a que MSN Messenger siguiera aumentado en número de usuarios.
El pico máximo de usuarios de MSN Messenger se alcanzó en 2009, a partir de ahí todo empezó a ir cuesta abajo. De tener más de 330 millones de usuarios mensuales en todo el mundo, la aplicación de Microsoft empezó a ver como las cifras empezaban a decaer por la llegada de las redes sociales. Nuevas herramientas de comunicación que lo habían aprendido (casi) todo de las mejoras que habían ido introduciéndose en MSN Messenger. Por ejemplo, el muro de Facebook, y una de las principales razones del comienzo de su éxito, tiene su origen en la barra de estado de MSN. Aquel lugar que, entre otras muchas cosas, se utilizaba para enviar indirectas.
Como en todo, Facebook no fue la primera en aparecer, pero sí la primera en hacer las cosas bien. De ahí que poco a poco fuera robándole usuarios a MSN. Un golpe que se agravó con la llegada de Skype (que Microsoft adquiriría en 2011) y que acabaría de rematar a MSN Messenger cuando aparecieron BlackBerry Messenger y WhatsApp. Si ya estaba siendo duro ver cómo aparecían nuevos servicios que mejoraban las prestaciones de MSN, incorporarlos en un Smartphone fue mortal para la aplicación de Windows. Aunque Microsoft intentó dar el salto a los dispositivos móviles, sus intentos no dieron ningún resultado.
Pero la caída de MSN no llegó sola. Junto a ella, comenzó también el declive del PC. Los teléfonos móviles empezaban a ofrecer las mismas opciones que un ordenador y eran muy capaces de superar sus limitaciones. Y es que ahora podíamos chatear en tiempo real con nuestros amigos desde cualquier parte, más allá de las paredes de nuestras casas y, a diferencia de los SMS, de forma gratuita.
Aunque lo tuvieron todo para seguir manteniéndose en el top de servicios más utilizados, Microsoft no lo quiso ver. O simplemente prefirió seguir con su tónica habitual de llegar tarde a (casi) todo. Lo cierto es que la mezcla de Hotmail, el servicio de correo con más cuentas del momento, con MSN Messenger hacía que todos necesitáramos estar en la onda. El problema fue que nuestras necesidades fueron cambiando, pero el servicio no evolucionó.
Quizá, si hubieran introducido algunos pequeños cambios estaríamos celebrando su veinte aniversario intercambiando mensajes en MSN Messenger. Porque, a decir verdad, las funciones que nos ofrecía MSN no distan mucho de lo que obtenemos con Facebook, Twitter o Instagram. A excepción de la posibilidad de ver lo que ha ocurrido mientras que no estábamos conectados, algo con lo que hasta ese momento MSN no había probado.
El ser humano necesita comunicarse, pero también cotillear y conocer lo que pasa cuando está ausente. Y en eso Microsoft no cayó, o al menos no a tiempo.
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