Con el paso de los años, la palabra ransomware ha pasado de ser una completa desconocida para la mayoría de los ciudadanos a convertirse en un término habitual en relación con la ciberseguridad. El ransomware es un tipo de malware que bloquea un dispositivo infectado y secuestra la información que contiene. Para poder recuperar los datos el ciberatacante pedirá un rescate económico. Ahora que cada vez más dispositivos están conectados llega una nueva variante: el jackware.
Podríamos definir el jackware como una forma de ransomware orientado a dispositivos que no procesan datos. Algo así como un software malicioso que se instala en objetos cotidianos, como pueden ser una aspiradora o un coche inteligente. En estos casos, en lugar de cifrar la información que contiene el dispositivo, el jackware bloquearía el dispositivo al completo hasta que se pagara el rescate. Es decir, dejaría al dispositivo totalmente inoperativo.
Aunque el ransomware no es un tipo de ciberataque nuevo, lo cierto es que su uso no deja de crecer. Así, se estima que en los últimos meses de 2020 aumentó en un 160%. Este incremento está muy relacionado con el teletrabajo y el abandono de la seguridad en muchos de los casos. Un problema que, con la llegada del jackware, podría extenderse a toda la sociedad, ya que los dispositivos conectados no solo están relacionados con la actividad laboral.
La conectividad de los dispositivos que utilizamos nos ofrece muchas ventajas, como gestionarlos a través de nuestro teléfono móvil. Pero a su vez, esto también deja en evidencia todo lo que nos queda por aprender en materia de ciberseguridad. Una carencia de la que se aprovechan los ciberdelincuentes para orientar sus ciberataques. De esta forma, 1 de cada 4 ataques se dirigen a dispositivos IoT, fácilmente hackeables por su bajo nivel de seguridad.
Por el momento parece que se trata de una forma de ciberataque teórica, pero con el aumento del IoT el jackware podría convertirse en un gran problema. Especialmente si tenemos en cuenta que algunos hogares están completamente domotizados. Si alguno de estos dispositivos se infectase con jackware, el atacante podría hacerse con el control del suministro eléctrico o del agua. A lo que habría que añadir los coches inteligentes, permanentemente conectados a la red y que recurren a internet o aplicaciones móviles para muchas de sus funciones. De sufrir un ataque de jackware, más allá del acceso al vehículo, el atacante podría provocar daños en los ocupantes.
Las amenazas en cuanto a ciberseguridad son cada vez más sofisticadas y, encima, se producen en un entorno que tiende a estar cada vez más y más conectado. Algo que, una vez más, pone en evidencia la necesidad de contar con conocimientos en ciberseguridad.
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