La evolución de la informática a lo largo de los años, unida a la popularización de todo tipo de dispositivos tecnológicos, ha propiciado que la relación entre el número de aparatos de los que dispone cada ciudadano y la cantidad de ataques informáticos que se producen sea directamente proporcional. Es decir, que como cada vez tenemos más dispositivos electrónicos, es mucho más probable acabar sufriendo cualquier tipo de ciberataque como pueden ser DoS y DDoS. Este tipo de ciberataques se deben a configuraciones erróneas en los sistemas o debido a fallos de seguridad. Porque, aunque la tecnología esté pensada para facilitarnos la vida, hay quien tiene unas intenciones totalmente opuestas acerca de su uso.
DDoS y DoS son los ataques más utilizados para desestabilizar sistemas informáticos. Los primeros se traducen al español por ataque de denegación distribuida del servicio; los segundos, por denegación del servicio. En ambos casos, el ataque consiste en sobrecargar un servidor desde diferentes IPs con una cantidad de peticiones muy superior a las que el servidor puede gestionar. De esta forma, los ataques DDoS y los ataques DoS producen una alteración del servicio; ya sea ralentizando la página o, directamente, haciendo que se caiga. La diferencia entre DDoS y DoS se encuentra en que en un ataque DoS el que realiza todas las peticiones es un único ordenador; en cambio, en un ataque DDoS, son muchas las máquinas que atacan simultáneamente al mismo servidor para dejarlo inoperativo.
Debido a esto, el número de máquinas que entran en juego en cada uno de estos ciberataques, un ataque DoS es mucho más fácil de detener que un ataque DDoS. Y es que, en un ataque DDoS, las IPs están repartidas por diferentes partes del mundo y, como consecuencia de esta distribución, es muy probable que el propietario del dispositivo no sea consciente de que su ordenador está infectado. Y que, como consecuencia de ello, está contribuyendo a provocar uno de estos ataques.
Esto, un ciberataque, que parece algo lejano y únicamente cosa de hackers también puede producirse de forma inconsciente. Es algo tan simple como tener una web alojada en un plan de hosting que tenga unos recursos muy limitados y que, de repente, un día recibe un elevado número de visitas. En una situación así, el servidor no puede gestionar todas esas peticiones y acaba repercutiendo en el funcionamiento de la web. Y, esto mismo podría darse no solo con un único servidor, sino también con una infraestructura completa.
Aunque tanto los ataques DoS, como los ataques DDoS actúan en el servidor, no suele ser habitual que lleguen a producir daños físicos en él (más allá de la caída o lentitud en las respuestas). En cambio, dependiendo de la naturaleza de la web, sí pueden ocasionar pérdidas económicas a los propietarios de las páginas. Especialmente si se trata de una tienda online que durante la caída del servicio estaría perdiendo ventas.
Pese a las diferencias entre DoS y DDoS, detener este tipo de ciberataques es labor del administrador de sistemas. La persona encargada de la gestión del alojamiento web. Y, que la duración del mismo sea más o menos prolongada dependerá de la pericia del SysAdmin haciendo frente a este tipo de problemas, sobre todo evitando que acabe propagándose a más dispositivos.
Si no tienes nadie que se encargue de las gestiones técnicas de tu servidor, en Linube disponemos de un servicio de administración de sistemas. Para que tu servidor esté siempre en las mejores manos y esté a salvo de ataques DoS y DDoS.
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